¿Por qué necesitamos conocer nuestra historia budista?

Los budistas conversos occidentales conocen quizás unas pocas leyendas “familiares” propias del tipo específico de budismo que practican; pero muchos carecen de una formación sistemática en la historia de su recién escogido camino religioso. Muchos no conocen qué lugar ocupa el linaje que han elegido en el esquema general del budismo, una religión amplia y antigua con muchas variantes regionales e históricas. Cada uno de los innumerables subgrupos budistas tiene su propia historia sobre cómo, cuándo y dónde impartió Buda las enseñanzas en que se basan sus visiones y prácticas. Estas historias hacen declaraciones difíciles de conciliar unas con otras. Dar sentido a estas historias puede ser difícil a menos que uno tenga herramientas para comprender la relevancia de la leyendo y el mito.

El Dalai Lama ha sostenido durante años que el budismo y la ciencia moderna son compatibles y que, si la ciencia pudiera desmentir de forma definitiva algunas afirmaciones budistas tradicionales, el budismo debería amoldarse a esa nueva información. Yo adoptaría la misma postura en cuanto al conocimiento histórico moderno. En su literatura tradicional, ninguna forma de budismo posee un relato completo del desarrollo histórico entero del budismo y de sus varias permutaciones culturales y sectarias. Esto significa que, sin la contribución de estudios históricos modernos, ninguna forma de budismo puede proporcionar un conocimiento histórico acurado a sus practicantes.

Todas las formas de budismo pueden acoger el estudio de la historia como algo relevante y útil. Las enseñanzas budistas siempre nos han contado que la impermanencia es un rasgo fundamental e invariable de nuestra experiencia, y que es crucial que nos mostremos cómodos con este hecho. La historia es simplemente el estudio de cómo las cosas cambian y se desarrollan; es decir, la historia estudia instituciones e ideas cambiantes, estudia la impermanencia, incluyendo las características impermanentes de instituciones y prácticas budistas, sistemas filosóficos y literaturas sagradas.

Algunos practicantes sostienen que el conocimiento histórico es irrelevante para ellos, puesto que sólo quieren meditar. Pero sin un conocimiento de la rica y diversa historia del budismo, los practicantes y las comunidades son vulnerables al fundamentalismo y al sectarismo. Asumen que las leyendas y narraciones sagradas se componen de hechos históricos y que las conocidas historias pertenecientes a su particular tradición budista deben tomarse al pie de la letra. Esos relatos a menudo tienen un tono sectario. Basándose en cuentos de logros milagrosos, proclaman la especial relevancia de los textos y los maestros asociados a una tradición budista concreta. Al reivindicar la superioridad de su forma favorita de budismo, estos cuentos menosprecian otras formas de budismo.

Por ejemplo, algunas vertientes de budismo mahayana cuentan historias afirmando que el Buda histórico enseñó él mismo budismo mahayana, e incluso vajrayana, a unos elegidos estudiantes superiores. Esas enseñanzas fueron presuntamente escondidas durante siglos, periodo tras el cual salieron a la luz envueltas en afirmaciones de que representaban enseñanzas del Buda superiores. Los linajes budistas que no aceptaron estas historias fueron desestimados por algunos mahayanistas como incompletos e inferiores. Polemistas mahayana dieron a esos budistas el peyorativo nombre de “hinayana”, que puede traducirse como “el camino inferior.” Desafortunadamente, este término sigue siendo usado con frecuencia por algunos budistas, a pesar de su origen sectario y su significado despectivo. De hecho, al impartir historia del budismo en centros de dharma, algunos practicantes se han sentido bastante molestos, tanto por mi sugerencia de que el término “hinayana” no es apropiado en el contexto de un budismo pluralista, como por la probabilidad de que el Buda histórico no enseñara mahayana o vajrayana durante su vida.

Cuando la historia y las narraciones sagradas son cada una tomadas al pie de la letra, parecen estar en desacuerdo mutuo. El conocimiento histórico desafía el rigor de la narrativa sagrada. Esto puede resultar en una crisis de fe si no se comprenden las diferencias entre leyenda e historia y no se aprecia la relevancia de cada una. Cuando alguien asume que las leyendas son objetivamente precisas, entonces el fundamento de su espiritualidad puede estar en peligro si se demuestra que los eventos narrados en la historia sagrada no ocurrieron en el tiempo y espacio empíricos. Sin embargo, el estudio moderno de las religiones ha reconocido durante muchas décadas que la historia y la narrativa sagrada no tienen por qué ser incompatibles, ya que tienen funciones diferentes. La historia trata las figuras y hechos empíricos, que pueden o no ser espiritualmente significativos. Las leyendas y relatos sagrados proporcionan orientación y significado a aquellos que siguen un camino específico, irrespectivamente de que los eventos que narran sucedieran en el tiempo y espacio empíricos. Una narración sagrada no tiene por qué ser históricamente acurada para transmitir un significado profundo. Su verdad observable no determina su relevancia.

La solidez del budismo mahayana o vajrayana no se ve dañada por reconocer que no fueron predicados durante la vida del Buda sino desarrollados posteriormente debido a diversas causas y condiciones. Cuando se admite este hecho, el sectarismo budista se debilita también. No hay motivo para suponer que todas las formas del budismo pasaron por el mismo proceso histórico o evolucionaron de la misma manera, lo cual significa que las diferentes formas de budismo no tienen por qué competir por importancia unas con otras. Esto también significa que las distintas formas del budismo tendrán diferentes narraciones sagradas. Para los mahayanistas, el relato legendario de cómo el Buda enseñó mahayana explica la continuidad entre las corrientes anteriores y posteriores de enseñanzas, atenuando las afirmaciones de que el budismo mahayana fue simplemente inventado por sus seguidores a su propia conveniencia. Para los theravadas, estas mismas leyendas garantizan que las capas más antiguas de las enseñanzas budistas presentan un camino completo en lugar del camino “inferior” que la mitología mahayana les atribuye.

Por lo tanto, el estudio de la historia, que incluye el estudio de leyendas y relatos sagrados y la manera en cómo éstos sirven a los practicantes budistas, puede ser útil para disminuir el sectarismo y evitar peleas doctrinales fundamentalistas. Cuando la leyenda y la historia no se confunden, cada una puede ocupar su lugar adecuado para una comprensión acurada tanto de la totalidad del budismo como del linaje y práctica que uno prefiera. En lugar de promover la duda, este fundamento puede proporcionar apoyo para una bien informada confianza en el dharma.


Artículo de Rita M. Gross, aparecido en el número de primavera de 2009 de “Buddhadharma: the practitioner’s quarterly”.
RITA M. GROSS tiene una larga trayectoria como estudiante y maestra de budismo Shambhala, autorizada a enseñar por distintos linajes tibetanos y personalidades como Jetsun Khandro Rinpoche. Profesora, durante muchos años, de estudios comparados en religión en la Universidad de Wisconsin-Eau Claire, sus lecciones son una combinación de perspectivas dhármicas y académicas difícil de encontrar. Está especializada en temas de género, ecología y diversidad religiosa.

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